martes, 28 de junio de 2011

La tormenta y la calma se ciernen juntas..!



Siempre se ha dicho que luego de la tormenta viene "La Calma", (entre comillas), porque las tormentas sacan a la luz muchas cosas que creiamos escondidas...
Si hablamos de tormentas éstas siempre sacan a la luz cosas que el tiempo y el polvo habian escondido... 
He visto que cada tormenta trae una hilera de consecuencias que no queremos enfrentar, ya que debemos tomar desiciones sabias para poder restaurar y luego sembrar...
Durante las tormentas los rios se salen de su cause y lo que este se lleva a su paso NUNCA lo devuelve.
Muchas veces necesitamos que ese río que se lleve de nuestra vida esas cositas que no nos dejan crecer ya que todo lo que es del río, el río se lleva, porque estaba mal ubicado...
Las tormentas a fin de cuentas son necesarias porque nos fortalecen, nos ayudan a crecer y arrancan de nuestra vida aquellas cosas que no nos convienen...
Debemos enfrentarlas con valentia para que podamos crecer y madurar...!

domingo, 5 de junio de 2011

Y tan contenta..

Como un sendero del bosque
Que poco a poco se va borrando
Así se me va la vida, 

buscando...
Buscando en la espesura
Buscando a tientas
Buscando una salida
Ay, toda una vida,
Sin darme cuenta...
Buscando la salida
Buscando mi destino
Buscando a tientas,
Soñando un bosque abierto
Y un cielo inmenso
Que me sorprenda...
Ay de dentro a fuera
Me espera otra mujer
Que soy yo misma,
Me espera un corazón,
Mi propio corazón
Y tan contenta...
Y tan contenta
Y tan contenta
Ay que momento
Ay que momento
Para que a mi me estallen
Mis pensamientos
Ay que momento
Vaya momento mi alma
Buscando fuerzas
Que tire para arriba
Toda la vida, que me estremezca,
Buscando en la espesura
Buscando a tientas,
Buscando la salida
Toda la vida, sin darme cuenta...








Y al fin supe que no era feliz cuando tuve la oportunidad de serlo... Y hice lo que se esperaba de mi, no se si hice bien o hice mal, por lo pronto viviré siempre con la duda de saberlo...
Vivir bajo la sospecha de la compasión no es vivir al 100%..


Have a good night..!

jueves, 2 de junio de 2011

Que es un adulto?...

Hoy, hablando con mi abuela se me vino a la mente una pregunta... ¿Qué es un adulto?
Hay palabras que pesan demasiado. 
Amor, sexo o muerte son algunos ejemplos. Todas ellas evocan en quien las escucha sensaciones contradictorias. Miedo, deseo, dolor. O tal vez, todo al mismo tiempo...
La palabra adulto posee un peso extraordinario. 
¿Qué es un adulto? 
Un adulto es aquel hombre o mujer que se encuentra en el periodo vital correspondiente a la madurez física y mental. (No lo he buscado en el diccionario, lo he escrito a medida que me venía a la cabeza). Pero ésta no es una definición acertada. 
Dicha definición es la de lo que entendemos como un adulto, no lo que SER adulto es!
Un adulto sigue siendo un adulto a pesar de no comportarse como tal...
Un hombre en plena crisis de mediana edad, que se emborracha y se acuesta con alguien distinto cada noche a pesar de estar comprometido, actuando como un pendejo, no se comporta como el adulto que es...
Pero no por ello deja de serlo...
Es inmaduro, es patético, pero sigue siendo un adulto!
Un chico que hace los deberes todos los días y ayuda a sus padres en las tareas domésticas es alguien que se comporta como todo un hombre, como una persona adulta. 
Pero sigue siendo un niño...
¿Qué es un adulto? 
¿Por qué causa tanta expectativa en aquellos que escuchan ésta palabra en la lejanía y tanto rechazo en quienes la padecemos..?
¿Qué es un adulto?
Yo soy un adulta, (o eso dicen, dada mi edad). 
A los casi 22 años una debe considerarse una persona adulta y cumplir los requisitos socialmente establecidos, o no!. 
Soy una estudiante, no trabajo; ayudo a mis padres en o que puedo -a veces-; no me acuesto con uno distinto cada noche, aunque tampoco tengo una relación de pareja estable y nunca he tenido estabilidad.
¿Qué es la estabilidad? 
Un valor adulto, desde luego... Propio de una persona adulta. Pero, al fin y al cabo.. ¿qué es ser un adulto?





Ojalá te enamores...







Así reza una maldición árabe. O gitana. No sé muy bien. Porque lo cierto es que su origen es tan incierto como el del sujeto que, de pronto - y de la nada- , irrumpe en la vida de una para desestabilizarla. 
“Ojalá te enamores”. Con toda la fuerza. Con todo el despecho. La peor maldición. Más que un buen deseo, una sentencia mortal.
El enamoramiento es un estado de desquicio. De idiotez absoluta. De descontrol de las funciones más elementales de nuestra cotidianeidad. Una se vuelve estúpida, no reflexiona ni entra en razones. Se vuelve más tonta. Inútil. Dependiente. Pierde los reflejos. 
Los síntomas son claros y espantosos. Y se manifiestan ante la sociedad cuando una logra mascullar la frase letal: “estoy enamorada”.
Hay maneras de evitar que la enfermedad se vuelva irreversible. Una de ellas es estar alerta ante los siguientes síntomas:
- Una comienza a idealizar.
Él se transforma en Dios. El único. El mejor. Todo lo que hace es lindo, dulce y enternecedor. Hasta cuando se hurga la dentadura con un escarbadientes. O se rasca la oreja con la Montblanc. Es que él es taaann encantador que todo se le puede permitir.
- Un llamado telefónico del sujeto elegido es una dulce melodía. 
Saber que se acordó de una es suficiente para iluminarnos la vida durante una semana. Una magnifica cualquier gesto en la errónea idea de que “él” está rendido de amor.
- Comienza el efecto yo – yo sobre el peso corporal. 
Durante el primer tramo del encantamiento aparece la cerrazón estomacal. Los bombones que hasta entonces eran una trampa mortal se vuelven tan poco atractivos como un recital de La Nueva Luna. 
El poder del amor puede hacer eliminar en tres días el sobrepeso de tres años. 
El caos se desata cuando aparecen los problemas en la relación. Allí comienza el rebote y la desvalorización del sujetoprovoca la revalorización de los alfajores. 
Es el comienzo de la debacle.
- Se resiente la productividad laboral.
Los compañeros de tareas son “sombras nada más entre tu amor y mi amor” y las horas se consumen en la espera de un mail o un llamado. Las empresas “tiran” el sueldo en un ente estúpido e improductivo. Una.
- Cualquier frase pedorra del Romeo aparece como un escrito de William Shakespeare. 
Una atribuye al candidato una intelectualidad inexistente. 
Sorbe sus palabras. Adora su verba. Cuando, al tiempo, una despierta a la impiadosa realidad, el escriba prolífico se muestra como lo que es: un José Narosky de cabotaje.
Los amigos son las víctimas más sufrientes del maleficio del enamoramiento. Son esclavos sin horizonte de libertad del relato obsesivo. 
Es que el monstruo más abyecto se vuelve glorioso cuando una se enamora. Una quiere contar, contar y contar... Gritarle a la humanidad que llegó “el amor”. 
Aunque a nadie le importe. 
Aunque todos, allí afuera, tengan dolorosa conciencia de que el objeto de nuestra adoración no es digno de tributo. 
Al fin de cuentas, amigos son los amigos y saben que no hay mal que dure cien años. Las olas se llevarán este amor y traerán otro. Y otro. Y otro...
Nada es eterno. Y mucho menos el amor, que funciona igual que una droga. Dispara nuestras hormonas, nuestra libido y nuestra alegría de vivir. Es un “high” que, ineludiblemente, precede al bajón. 
El enamoramiento es como una torta de chocolate y dulce de leche. Glorifica, empalaga, lleva al éxtasis. Y termina destruyendo. Pero esa es la parte negra de la historia. Porque como toda enamorada, boluda al fin, una pretende que la tintura rosa impregne sus días forever.
Más temprano que tarde se terminará el encantamiento. Una no será felíz ni comerá perdices. 
El Príncipe se mostrará como el sapo que siempre fue. Y una querrá devolverlo al charco. Para volver a la normalidad.

“Ojalá te enamores”. Maldición...! Me lo volvieron a desear... Aunque, pensándolo bien, peor es casarse...!




Valeria Schapira.-

Vidas Comunes...

Dos se aman en secreto y a escondidas. No tienen tiempo, ni fotos, ni tardecitas, ni siquiera planes pueden tener. Sus caricias son desesperadas como las primeras y tristes como las ultimas. Hoy sin embargo no se abrazan. Él no puede elegirla, ella llora y nadie nunca lo sabe.
Es domingo de tarde. La muchacha le cuenta algo a su abuelo, se agacha y le dice que lo extraña, deja las flores contra el mármol y se va sola...
Él muchacho hace rato que espera. “No va a venir, no va a venir” piensa. Un minuto después ella entra; sonrisa como el mar y una trenza. Esta preciosa.
Él sale de la sala inmensa, la cabeza como un tren. El sueño heroico de la maravilla de dos desde ahora es milagro de a tres. Cruza otra puerta y dice como puede a los que esperan: “ya nació”. Y se lo tragan los abrazos...
Último llamado. Junta fuerzas, carga maletas, deja abrazos. Cada vez le cuesta más volver a irse...
La película continua de sus últimos tres años. La inmensa pequeñez de su cuarto, la pared, las marcas en la pared, el par de fotos permitidas, el tacho, la reja, la ventana minúscula ahí arriba y el sol afuera, siempre el sol está afuera. “Mañana viene la vieja a la visita” piensa. Se pone a cantar bajito...






Agarrate Catalina.-

Espejo, Espejito...

Existe un hábito diario al que nos hemos acostumbrado los humanos. 
No estoy hablando de darse una ducha al levantarse por la mañana; tampoco me refiero a la necesidad de lavarnos los dientes después de cada comida. 
Si hay algo de lo que no podríamos prescindir en nuestra rutina diaria es el hecho de admirar nuestro propio reflejo...











La necesidad de asegurarnos de que nuestro aspecto físico permanezca inalterado durante toda la jornada supone la obligación de volcar nuestra atención a cualquier superficie reflectante que nos encontremos a nuestro paso.
Puede tratarse de una vidriera mal iluminada o tal vez del impreciso reflejo de un charco en la mitad de la calle. 
No importa cuál sea el improvisado soporte sobre el cual volcar la ardua tarea de conocer nuestro aspecto, lo importante es asegurarnos de que no haya crecido el grano con el que despertamos y de que el cabello que tanto nos ha costado peinar permanezca tan prolijo como cuando lo acomodamos.
Entonces, cuando ya nos hemos cerciorado de que la imagen proyectada al exterior cumple con los requisitos básicos necesarios para satisfacer nuestra vanidad, podemos continuar caminando hacia donde nos dirigíamos antes de detenernos a causa del hipnótico influjo de un vago e impreciso, aunque satisfactorio reflejo de nosotros mismos.
Pero, ¿qué sucede cuando esa imagen que el espejo nos devuelve nos provoca tal insatisfacción que la idea de quedarse encerrado en casa resulta mucho más atractiva que cualquier otra cosa?
¿Se trata de una copia auténtica de uno mismo o no es más que la distorsionada versión que nuestra mente crea a partir de nuestros más profundos complejos?
¿Quién es el monstruo, la propia criatura o aquel que la ha creado?, para pensarlo...

Moraleja...







A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto. Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. 
Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. 
A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora...



Julio Cortazar.-

Nosotros...





Resulta casi vulgar el modo en que a veces descubrimos las grandes verdades de la vida. 
Te encontrás con un grupo de amigos, tomando algo en un bar, riendo, hablando de tonterías, disfrutando de esa ilusoria sensación de que todo está bien; y casi sin darte cuenta te descubrís a vos misma con la mirada puesta en la mesa del de al lado, donde tiene lugar la realidad, negra como el café que sus ocupantes beben con desgana y áspera como los cigarrillos que fuman sin parar, esperando que su abatimiento se vaya por el conducto de ventilación con cada bocanada de humo que sueltan con la naturalidad marcada por el hábito.
Era una pareja de mediana edad, que bien podrían ser mis padres o los de cualquier amigo.
No se miraban a la cara. 
Cada vez que hablaban, sus palabras les pasaban de refilón, rozando sus mejillas, enrojecidas por lo incómodo de la situación. 
Por sus alianzas determiné que estaban casados. Por la conversación sobre sus hijos deduje que estaban casados el uno con el otro. 
Él estaba insatisfecho, y ella resignada. 
Me dio tanta pena aquella escena, tan distinta de lo que debió ser hace veinte años, cuando se miraban a los ojos, sin miedo a lo que pudieran ver en ellos, todo lo contrario, deseando descubrirlo. 
En ese momento, las risas de mis amigos o cualquier cosa de la que pudieran estar hablando no era más que una nube de humo sobre mi cabeza, algo tan irreal que bien podía haber confundido con el producto de mi imaginación, la que tantas veces me traiciona.
Una mesa a la derecha tenía lugar la disolución de una relación de pareja, la separación de dos personas que tiempo atrás se prometieron demasiadas cosas, convencidos de que tenían algún valor...
Ahora, un recuerdo que poco importaba.
Entre ellos había una mesa, y esa distancia tan corta, era, al mismo tiempo, una vida entera. 
¿Qué había borrado ese “nosotros” con el que muchos soñamos y en el que solo unos pocos creen? 
Niños difíciles, una profesión poco gratificante, terceras personas... 
Podía ser todo o no podía ser nada. Probablemente nada!
Simplemente dejaron de quererse. 
Punto. 
Tal vez el buscar un porqué podría servirles para entender. Incluso puede que les ayudase a entenderse. Pero nada cambiaría el hecho en sí. El fin de un “NOSOTROS”. 
Pensé en mi ex, en la posibilidad de haberme encontrado en aquella escena diez o quince años en mi futuro. Pude haber seguido con él, centrándome en el sentido más práctico de nuestra relación. Hacía que me sintiera protegida. Cómoda. 
Para muchos, eso es más que suficiente. Pero para mí no lo fue...
Es posible –no sé si probable- que acabe sola, pero algo me dice que esta soledad es muy distinta a la que la pareja de la que hablo lleva años viviendo. 

Puede que haya llegado la hora de ser feliz con uno mismo. 

No es un “NOSOTROS”, pero es un “YO”, lo que ya es bastante....

(FIN) jaja



Crecer...

Imposible atravesar la vida…

Sin que un trabajo salga mal hecho,

Sin que una amistad cause decepción,

Sin padecer algún quebranto de salud,

Sin que nadie de la familia fallezca,

Sin que un amor nos abandone…

Sin equivocarse en un negocio.

Ese es el costo de vivir...





Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino como reaccionamos nosotros…

Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.

Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.

Uno crece al aceptar la realidad y al tener el aplomo de vivirla.

Crece cuando acepta su destino, y tiene voluntad de trabajar para cambiarlo.

Uno crece asimilando y aprendiendo de lo que deja detrás… construyendo y proyectando lo que tiene por delante.

Crece cuando se supera, se valora, y da frutos.

Cuando abre camino dejando huellas, asimilando experiencias…

¡Y siembra raíces!

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes… cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento… ¡Y humano por nacimiento!..

Cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe….

Uno crece cuando se planta para no retroceder… cuando se defiende como águila para no dejar de volar…

Cuando se clava como ancla en el mar y se ilumina como estrella.
Entonces… Uno Crece



Todas las mañanas saben mal... Y me parece que ésta pinta igual...!

El amor es una de las enfermedades más Jodidas y contagiosas... 

A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces. 

El amor se puede provocar, dejando caer un puńadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. 

El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.










Elegí este texto de Eduardo Galeano para empezar a contar un poco el sentido de éste blog. El dichoso y tan preciado AMOR.


Muchas veces nos planteamos a nosotros mismos cuan importante es el amor en nuestras vidas, quienes lo sienten, probablemente no le den demasiada importancia, porque como dice el dicho: "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde"; sin embargo, quienes padecemos la falta de éste aditamento a nuestras vidas, lo buscamos desesperadamente, como si fuera la pócima mágica que embelesca nuestra existencia. 


Y probablemente así lo sea.


Bueno, el objetivo de éste blog es contarles como ésta mujer (al igual que muchas otras, calculo) puede padecer la "Busqueda de sentido" de su propia vida. 


Espero que les guste y me ayuden a emprender éste viaje.


Chiao!

Sweet Dreams...




Mientras persigues la felicidad, no estás listo para ser feliz... Ni para todo lo que tu amas...
Mientras te quejes de las pérdidas y tengas objetivos inalcanzables, no podrás sentir la paz...
No, hasta que renuncies a cualquier deseo de tener más...
Sin el verdadero deseo, la felicidad no llamará a tu puerta...
Sólo en ese momento, la marea de los hechos colmará tu corazón y el resto de tu alma...


Hermann Hesse - Gluck!